sábado, 4 de enero de 2014

GLOBALIZACIÓN E INTERCULTURALIDAD: entre lo local y lo global - Iluminada Rosario Cruz

Seminario Propuesta Socioeducativa
Bogotá, Columbia
Oct. 5-9, 2014



GLOBALIZACIÓN  E INTERCULTURALIDAD: entre lo local y lo global
-ALGUNAS APORTACIONES-

Iluminada Rosario Cruz




INTRODUCCIÓN


1. LA MULTICULTURALIDAD Y LA INTERCULTURALIDAD EN AMÉRICA LATINA


2. ¿UNA GLOBALIZACIÓN O DIVERSAS GLOBALIZACIONES?


3. LA GLOBALIZACIÓN Y  LO INTERCULTURAL


3.1 Desde la filosofía de Kwame A. Appiah
3.2 Desde la Iglesia


4. ENTRE LO LOCAL Y LO GLOBAL


5. PROPUESTAS DE LÍNEAS DE TRABAJO



GLOBALIZACIÓN  E INTERCULTURALIDAD: entre lo local y lo global
-ALGUNAS APORTACIONES-



INTRODUCCIÓN


En nombre del Equipo del Consejo de Cultura IT y del mío propio, agradezco la invitación a participar en este Seminario, “Interculturalidad, Sociedad y Educación”, organizado por la Comisión de la Propuesta Socioeducativa de América. El tema que nos convoca es complejo y de mucha actualidad. Con nuestra intervención queremos aportar a los esfuerzos y a las realizaciones que la Institución Teresiana  desarrolla en América para que los sujetos que acompaña,  sus miembros y sus colaboradores, tengan una comprensión crítica y propositiva con respecto al eje Globalización e interculturalidad desde una mirada estratégica  que tiene en cuenta los nexos posibles entre lo local y lo global.   



1. LA MULTICULTURALIDAD Y LA INTERCULTURALIDAD EN AMÉRICA LATINA
La multiculturalidad en el mundo latinoamericano es un hecho, un acontecimiento que nos constituye. Mientras que la reflexión sobre la interculturalidad en la región es cada día más abundante, todavía no nos constituye, pero si está presente en la agenda académica y en la agenda política de nuestros países. Es más, la actualidad ya no puede ser  pensada seriamente ni gestionada acordemente sin tener en cuenta la diversidad cultural.


Se puede afirmar que prácticamente todos los países del mundo son multiculturales, las casi 200 naciones del mundo contienen cerca de 5000 grupos étnicos. En la mayoría de ellas existen cerca  de mil millones de personas que  pertenecen a grupos que enfrentan discriminación y exclusión. El humanismo etnocentrista de Occidente  reconoce prioritariamente unos valores: los derechos del individuo, no de los pueblos; el desarrollo económico a costa del hambre y pobreza de la mayoría de la población mundial; la productividad, la ganancia, el crecimiento macroeconómico.


En América Latina existen aproximadamente 40 millones de indígenas que conservan sus propias formas de organización social, económica,  política y sus propias identidades. Pero en estos nuevos tiempos se afirman dos maneras de considerar al ser humano: unos son ensalzados y otros son negados al no reconocerle su dignidad.  Las  culturas originarias, así como las afroamericanas, en la región  se convirtieron en un “objeto colonizado, es decir, neutralizado social, cultural y políticamente, y en  la raíz de su  marginación  se encuentra este proceso de occidentalización que rechaza las diferencias, a las cuales excluye o encubre” (Heise: 56).  Siempre ha existido la multiculturalidad, lo nuevo  de hoy  es que surge  una creciente conciencia de que cada cultura es tan valiosa como las otras y que por lo tanto su autoafirmación con otras culturas debe darse  en igualdad de condiciones.


Interculturalidad: concepto y actitud
La interculturalidad es un concepto y una actitud. Para comprender la realidad  críticamente y  estar orientados y orientadas a una acción transformadora es necesario también “sentir” la realidad, porque ésta no se constituye solamente de datos, sino de vivencias que nos pueden impulsar más allá de nosotros mismos.  “Las emociones no son solamente la expresión de la sociabilidad sino que son apoyos comunicativos, las personas las emplean para caracterizar actos y persuadir a otros, o sea, están ligadas a situaciones políticas y culturales, de las cuales no pueden ser disociadas” (Neyra: 74-75).
La interculturalidad  se da cuando miembros de culturas diversas tienen su cultura de origen, como situación histórica original, que le sirve de punto de apoyo para comunicarse. Pero esta  herencia que sitúa a un miembro de una cultura en una visión específica de sí misma, de sus relaciones con los otros y con el mundo, está abierta al diálogo con “otros” en la convivencia diaria y en la construcción de estructuras sociales.
No es lo mismo vivir la diversidad cultural de forma en que unas culturas están subordinadas a otras, que vivir en medio de un comportamiento y convivencia social  intercultural. Tampoco es lo mismo conocerla que pensarla. De ahí que sea muy importante impulsar el conocimiento, el pensamiento y el compromiso con la interculturalidad. Conocer consiste en "representar" algo, trayéndolo cosificado como objeto. Al pensar construimos, a través del habla, un horizonte de significación que se siente como propio y, por lo tanto, nos convoca a asumir compromisos éticos y políticos desde la autoconstrucción de identidades abiertas al diálogo. Comprometerse es hacer coherente el pensar y la praxis.


La interculturalidad como meta ética y política


En América Latina, la presencia de la interculturalidad en la vida política  se deriva de los efectos negativos de las políticas excluyentes. La interculturalidad,  perfecciona el concepto de ciudadanía y de ciudadanías porque se refiere a que el sujeto democrático es un sujeto ético – político, es un sujeto situado histórica y culturalmente, es plural, es diverso, un sujeto que tiene opciones de vida a partir de asumir, como valor fundamental, el reconocimiento de los otros como referente de sus propias posibilidades de ser y existir y, por lo tanto, se juega en la interlocución con esos otros(as) por una opción posible de vida en solidaridad.


La injusticia cultural es la otra cara de la injusticia económica por  esto la gran lucha contra la pobreza y el reconocimiento de la diferencia cultural implica  otros desafíos éticos y políticos en los países latinoamericanos. Por ejemplo, el desafío de continuar la  lucha sostenida contra el sistema de  corrupción, que significa la “muerte cívica” de los países que ha causado profundos estragos en las conciencias y en las instituciones  trastocando la realización de los valores culturales propios.


2. ¿UNA GLOBALIZACIÓN O DIVERSAS GLOBALIZACIONES?


El término, “Globalización”, es un término muy extendido, pero no se encuentra consenso en su significación. Uno de los grandes problemas para plantear una reflexión sobre la globalización es la multitud de miradas que hay sobre ellas. Tras la palabra “globalización” se ocultan concepciones muy diversas. Percibirla, desde las fuerzas y debilidades que propician en  la práctica social latinoamericana existente, es un desafío en nuestra región, respecto de la  diferente  mirada desde los mayores centros de poder del mundo.


En sentido general, se ha denominado así al proceso que emerge al concluir la Guerra Fría (1989). Se caracteriza por ser un proceso económico-político y tecnológico, a gran escala, que consiste en el crecimiento de la interdependencia de los distintos países con sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido, principalmente, por las sociedades que viven bajo el capitalismo neoliberal y que han abierto sus puertas a la revolución de la tecnología informática.


Pero existen otras percepciones, como la publicación de Peter Berger y  Samuel Huntington,  sobre Globalizaciones múltiples, que afirma que  los diversos  matices que tiene el proceso de globalización dan lugar a hablar de múltiples globalizaciones. De este modo, esta gran fuerza del mundo contemporáneo  es un desafío al que se enfrenta hoy  la humanidad. Esta fuerza o proceso desplegado, por los hombres y mujeres de los últimos tiempos.


3. LA GLOBALIZACIÓN Y LO INTERCULTURAL


La interrelación entre estos dos ejes podemos verla desde diferentes perspectivas. Para nosotros resulta interesante focalizar  los puntos de vistas que desde la filosofía presenta  Kwame A. Appiah y, la que desde la fe presenta la Iglesia  de nuestro continente.


3.1 Desde la filosofía


Para el filósofo anglo-ghanés, Appiah (Londres 1954), se trata de hablar más bien de  “cosmopolitismo parcial” que de globalización. Según este autor, más conviene a la humanidad, el cosmopolitismo, que la globalización. Appiah no lo ve como una solución sino como un ideal. Para este filósofo,  actualmente, se exagera el poder de la diferencia en desmedro del valor de la semejanza. Por lo que afirmará que, fundamentalmente, necesitamos desarrollar el hábito de la coexistencia a manera de “conversación, en su sentido más antiguo”. El sentido más antiguo, en el sentido de lo más profundo, no puede ser, sino el de la cultura.


Appiah afirma que, a causa  de la actual red de información mundial, se puede influir en las vidas de todo el planeta, y asimismo, se puede aprender sobre la vida de hombres y mujeres que se desarrollan en cualquier lugar.  Para Appiah a cada una de las personas que se conoce  y en quien se puede influir es alguien ante quien tenemos responsabilidades. Decir esto no es más que afirmar la idea de ética o moral propiamente dicha. Esta concepción de responsabilidad ante los otros hace pensar en las consecuencias éticas que tiene la propia existencia. Más aún, hace pensar que, como especie, se tiene el reto ético de tener ideas y crear instituciones que nos permitan vivir juntos en la “aldea global” porque la cuestión grave es que, al mismo tiempo, que nace un mundo interconectado e interdependiente, se acrecienta la brecha entre los pueblos incluidos en él y los excluidos, que son la inmensa mayoría.


El aporte de Appiah de desarrollar el hábito de la coexistencia a manera de “conversación, en su sentido más antiguo”, nos asocia el quehacer intercultural. La interculturalidad es conversación o diálogo intercultural y las culturas nos remiten al sentido más profundo que viven sus miembros. El sentido del diálogo nos remite a palabras  que suenan para ser escuchadas y palabras que se pronuncian para que el otro o los otros las escuchen. Nada potencia más que el sentimiento de ser escuchado, de ser reconocido.


El sustento principal de la descolonización son las personas y los grupos que afirman lo propio en relación con los otros. Enraizados y en apertura, porque es necesario que la voz de cada uno y de cada una, se escuche y, que se escuchen todas las “voces de la humanidad” sin que nadie pretenda ser “voz de los sin voz”, que es una vez más una forma de colonizar. El diálogo intercultural lleva a la responsabilidad, según la manera de enfocar de Appiah, hasta el punto que para darse requiere la apertura de un tercer espacio, común, para los dos hablantes. Sin este tercer espacio común no se puede realizar el diálogo intercultural.  


3.2 Desde la Iglesia


Gran parte del contenido del documento final de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe, Documento de  Aparecida (Brasil, 2007)  tiene que ver con el alcance global de los acontecimientos presentes y su impacto en lo cultural.  


En el discurso inaugural de la Conferencia de Aparecida, Benedicto XVI planteó que  la globalización es una gran oportunidad para la tarea evangelizadora porque la globalización establece con mayor claridad que nunca la amplitud de la responsabilidad que los cristianos deben asumir. La fraternidad hoy incluye "relaciones de nivel planetario", que son "un logro de la familia humana" y que expresan la "profunda aspiración del género humano a la unidad".  No se puede no ser parte de la globalización (DA 60).  Pero advierte, a la vez, que estas relaciones, estos logros y estas aspiraciones se dan entremezcladas con muchísimas injusticias, fatales y frustrantes por las características que ha adquirido la globalización actual que excluye a Dios.  Se trata por tanto de ejercitar el discernimiento que corresponde, con la preferencia otorgada a los más necesitados de ayuda y colaboración.


El anuncio del Evangelio es proclamado y recibido por hombres y mujeres, profundamente vinculados a una cultura.  La Iglesia, por tanto, para realizar su tarea propia, la de evangelizar debe tener una palabra sobre las interrelaciones culturales. En la Encíclica “Caritas in veritate” se plantea que: “Hoy, las posibilidades de interacción entre las culturas han aumentado notablemente, dando lugar a nuevas perspectivas de diálogo intercultural, un diálogo que, para ser eficaz, ha de tener como punto de partida una toma de conciencia de la identidad específica de los diversos interlocutores” (No. 26).


Sin embargo no se puede obviar la mercantilización de los intercambios culturales. Esta Encíclica advierte que cuando ocurre el eclecticismo y el abajamiento de lo cultural, se  separa la cultura de la naturaleza humana y, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación. Así, las culturas ya no saben encontrar su lugar en una naturaleza que las transciende, terminando por reducir al hombre a mero dato cultural.


A su vez Francisco, nos indica que el diálogo, la comunicación en esta era del internet está llena de posibilidades, aunque no cierra los ojos a sus elementos nocivos. En su discurso   en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 21 de septiembre 2013,  señala que “La comunicación sirve a la Iglesia para insertarse en las realidades concretas de nuestro tiempo, para hablar a la humanidad”. La Iglesia también valora  la responsabilidad que tenemos con toda la humanidad y, aun, más, con toda la creación.


4. ENTRE LO LOCAL Y LO GLOBAL
Las múltiples globalizaciones  desafían a la humanidad actual a una manera de vivir donde cada quien se identifica con su cultura, con su país y, a la vez, no considera  “extranjeras” a las demás culturas, ni a las personas de otros países. Esto es lo que permitiría un modo de pertenecer, a la vez, al lugar en el que se está y a la comunidad humana que nos incluye. El reto es tener la perspectiva  amplia y saber actuar localmente. La amplitud de miras sitúa el quehacer cotidiano con mejor orientación, eficacia y eficiencia. Esto queda expresado maravillosamente en el poema del autor argentino, Rafael Amor, cantado por Facundo Cabral y Alberto Cortés: “No me llames extranjero”.
El filósofo Jorge Secada nos recuerda que es importante, “pensar el futuro, imaginarlo y articularlo, honrando la verdad y el pasado que lo antecede, expandir en nuestra mente los límites de lo posible, pensarlo con absoluta libertad, es irnos construyendo, ir dándole forma a quiénes somos y queremos ser”. Los latinoamericanos  estamos escribiendo nuestra historia. Vamos dejando atrás décadas de dictadura y violencia, pero nos cuesta narrar los hechos actuales  haciéndonos justicia. Llevamos encima la carga de la conquista y sus múltiples exclusiones y mestizajes. Lejos de abrir las puertas para el ejercicio generoso de nuestra libertad, la independencia nos legó unos países partidos en múltiples pedazos. Nuestro problema no es solo la pobreza. Es también y principalmente el reconocimiento y cuidado de nuestras muchas identidades, de nuestra identidad plural y rica. Nuestra independencia regional, moderna y liberal fue homogeneizadora, en un continente cuya esencia es la multiplicidad de sus culturas, la vastedad de su humanidad. Es tiempo ya de tomar nuestra historia  en nuestras manos.
No perdamos de vista que los liberales, nos proponen como centro de la vida la riqueza del dinero, pero: “La lógica del crecimiento económico actual hace que los costos sociales y ecológicos, necesarios de asumir para mantener el ritmo, resultan más costosos que los beneficios obtenidos; y, por otro lado, la velocidad de la innovación tecnológica, con el consecuente envejecimiento de todo nuevo producto, va tan rápido que en muchos rubros el capital no recupera su inversión” (Santuc: 113)
Otra es debemos trascender los deseos y sentimientos que se agotan en el presente y las modas y prejuicios que nos obnubilan. Debemos más bien percibir con la imaginación nuestro bien auténtico.
¿Seremos capaces de soñar un futuro digno de quiénes somos? Esa es nuestra empresa imposible, ser luz y sal de la humanidad, desplegando  aquella “esencia” que le hable a todas las culturas, reconociéndolas en su multiplicidad inagotable.


5. PROPUESTAS DE LÍNEAS DE TRABAJO


  • Producir herramientas educativas que permitan convertir en realidad, la posibilidad que tiene nuestro continente de adquirir la igualdad de condiciones socioeconómicas y políticas, para el diálogo y  la convivencia intercultural. Esto permitirá a  América, una convivencia social caracterizada por la convergencia en una historia compartida.
  • Promover la unión en la lucha por la justicia, por la distribución equitativa  de los bienes y la solución a la problemática de la injusticia cultural a través de la erradicación de la pobreza y el reconocimiento de la diferencia cultural.
  • Impulsar en la sociedad civil el diseño de acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas públicas que promuevan la interculturalidad en la educación, en la salud, en la administración de justicia y, en fin, a todo lo que conduzca hacia un desarrollo sustentable.
  • Consultar  a los pueblos indígenas y a la población afroamericana al momento de la toma de decisiones  sobre todo lo que les atañe directamente.  
  • Trabajar por el ejercicio irrestricto de los derechos humanos, que  nos unen y hacen posible la fraternidad y la solidaridad universal.



BIBLIOGRAFÍA
ANTONCICH, Ricardo, sj;  SANTUC, Vicente, sj; SIMONS, Alberto, sj; Wicht, Juan Julio sj. 2009. Una ética para tiempos difíciles. Lima: UARM.


APPIAH, Kwame Anthony (2007). Cosmopolitismo La ética en un mundo de extraños. Traducido por Lilia Moscón  Buenos Aires: Katz Editores.


BENEDICTO XVI. Encíclicas: Su primera encíclica, “Deus caritas est”.  2005 y la tercera encíclica, “Caritas in veritate”. 2009.


DÍAZ-POLANCO, Héctor. .2006. Elogio de la diversidad. Globalización, multiculturalismo y etnofagia. México: Siglo XXI.


HEISE, María. (2001) Interculturalidad. Creación de un concepto y desarrollo de una actitud. Lima: Programa FORTE-PE.


NEYRA, Hugo. 2001. El mal peruano. 1990-2001. Lima: SIDEA


SECADA, Jorge. “El sentido del tiempo”. Diario 16. 28 de septiembre 2013.


V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y EL CARIBE. DOCUMENTO FINAL DE APARECIDA.



Iluminada Rosario. Miembro del Consejo ampliado del Consejo de Cultura de la Institución Teresiana.



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